lunes, 2 de enero de 2012

Far away



Far away. Far way. The ship is taking me far away. Far way from the memories of the people who care if I live or die.


Justo en este momento me teletrasporté por un segundo a un lugar que creí por un instante equivocado. Me vi delante de una ecuación que no supe resolver, ante una metáfora ajena  al día a día de mi vida. Y es entonces cuando entendí que todo se debía al VÉRTIGO. Vértigo por dejar de lado mi orgullo de una vez. Pero no puedo negar  que quería sentir la adrenalina del salto, de hacer lo que ni mi boca ni se atrevía a pronunciar, a llevarme un poco más la contraria o reconocer lo irreconocible. Míralo como más te interese. Porque al final sólo nos movemos por  interés. Por conseguir nuestro “objetivo” aunque nos intentemos convencer de que no sabemos por qué lo hacemos. Sí, lo sabemos. Y demasiado bien, pero el miedo –inútil- unido a un arrepentimiento –inexistente- que marcará el “resto” de nuestras vidas nos paraliza. Y nos inventamos esa palabra y sus consecuencias. Y ahí nos quedamos, estancados. Idiotas. Con el único final de lamentarnos de no vivir lo que podía haber sido. Imaginándonos mil caminos de lo que iba a ser o ha dejado de ser. Vivir en el pasado. ¡Qué bonito! ¡Qué maravilloso! ¡Qué cobarde!