martes, 13 de diciembre de 2011

19 otoños


¿Sabes lo que más me gusta de ti? Que estás viva. Viva de verdad. Que no necesitas más que tu luz aunque tú pienses que necesitas la de  los demás. Es al revés. Nosotros te necesitamos a ti.
Me encanta eso de que vayas escribiendo por cualquier rincón y que las servilletas se conviertan en cachos de ti y, cómo no, que tus sonrisas inunden habitaciones. No sé qué haría sin tus ganas de soñar eternas, sin tu imaginación que se desborda a cada paso que das, sin tus ganas de correr cuando el resto solo quiere sentarte… No sé qué haría sin tu curiosidad, sin ver esas ganas de aprender y de escuchar. Y como no, de ver cómo quieres comerte el mundo a bocados aunque ya lo estés haciendo. No te cambiaría nada. Simplemente seguiré a tu lado para intentar que no siempre seas tan humilde y que confíes en ti, porque vales eso que tú sabes y mucho más. Eres una estrella aunque no lo quieras reconocer. Solo quería darte las gracias por alumbrar mi vida durante tus diecinueve años. Gracias vida.


Con felicitaciones así, ¿quién no sonríe aún más?
Gracias por cada detalle de hoy y por la cantidad de sonrisas regaladas.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Una y otra vez


Y no sabes cómo pero vuelves. Deshaces tus pasos o mejor dicho, intentas pisar por donde lo habías hecho. Intentando que tus huellas se confundan en una.

Intentas por todos los medios recordar el olor, el sabor, la fuerza del viento, el sonido de fondo de ese momento y con el tiempo siempre acaba faltando algo. Como si los detalles se fueran desvaneciendo sin que pudieras hacer algo. Y decides anotarlo. Pasas horas anotando cada detalle para poder recordar todo con la claridad con la que lo viviste. Entonces viene el tiempo. Pasa sin que te des cuenta. Dejando atrás el dolor y, cuando quieres volver a vivirlo, te das cuenta que falta algo. E intentas buscarlo en tu cabeza. Una y otra vez.  Lo que en realidad necesitas es que algún que otro detalle más se te escape de las manos para darte cuenta de que igual no es la memoria lo que necesitas sino la otra parte de la ecuación para conseguir revivir una historia y escribir otra nueva.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Rayos de sol


Rayos de sol atraviesan la habitación invitándome a seguir soñando. Despierta. 
Las notas de la guitarra hacen que el corazón se vaya despertando aún más de lo que estaba y cada vez que esas notas bailan por mis pestañas consiguen ponerme  la carne de gallina. 
Abro los ojos y entre veo los rayos de sol intentando atravesar las sábanas sin poder conseguirlo, mientras la música ya lo ha hecho del todo. Es la solución para todos. Todos los sentimientos concentrados en unas notas. Con el único propósito de moverte por las líneas de un  pentagrama mientras sorteas los silencios incómodos y esperas ansiosa a la siguiente nota. Y es que siempre esperamos. Siempre estamos ansiosos de más y más. 
Y por una vez, estoy ansiosa hasta de volver a ver correr al frío si fuera necesario.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Controlar lo incontrolable


Oscuro otoño sobre mi piel.
Pequeños suspiros de mis pestañas haciendo volar mi imaginación. Imaginación que de vez en cuando decide tener cuatro días perdidamente enamorada del recuerdo. De la revivencia del pasado. Dos partes incompresiblemente unidas en un último aliento.
No es un intento de reescribir mi pasado sino de tener un futuro con esos momentos, pero con ligeros cambios. Un final diferente, un momento que dure más. Un intento vano de creer que tengo el control suficiente para elegir de principio a fin mis acciones. Sabiendo lo que conseguiré con cada decisión. Pudiendo ver el final de cada camino y sus consecuencias. Controlando lo incontrolable.
Al final, ese último aliento se desvanece dejando como rastro pequeñas notas cuya brisa me araña el pelo.
Brisa que me recuerda que estoy aquí y ahora. El pasado se va quedando atrás mientras camino. Eso sí, sin separarse de mí.
Y es entonces, tras poner el punto final a esos cuatro días de enamoramiento fugaz, cuando me doy cuenta que yo misma soy mi propio descontrol.   Y aunque quiera controlarme, dejarse llevar suena demasiado bien.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Sin vuelta atrás



Te lo digo a ti, que ahora lees estas líneas robadas. Y te lo digo a tu «yo» de ahora, no el que serás cuando vuelvas a leerlas intentando comprender hasta el mínimo detalle de mis ideas enlazadas y revueltas con el fin de  ver mi alma.  Intentando despedazarme para creer así conocerme. Los dos sabemos que esto es un borrador, sin vuelta atrás, de palabras que llegarán a tu mente si es que alguna vez te encuentras con ellas. No  soy de esas que den las cosas hechas, ni mucho menos. Por lo que tu intento de leer entre líneas sería acertado si no creyeras que vas a ver tu nombre escrito a gritos, eso si es que las palabras escritas tienen ese poder, que yo creo que sí. Podría debatir sobre ello ahora pero no estoy  para teorías absurdas. O sí, de cierta manera he venido a que mis palabras me salven de mí misma.  Esto no es una invitación al perdón de aquellas acciones de las que en ciertos días he  osado arrepentirme. En realidad, es un intento de conseguir sacar aquello que de otra forma se quedaría dentro de mí, al acecho, intentando que yo algún día lo dejara salir.

 Y soy así. Ese es  el problema para algunos.  Soy mi propio camino, el único viento favorable, la única tormenta que me impide el paso. Soy mi dolor y mi felicidad corriendo por mis venas. Soy oscuridad en pleno ocaso. Confianza y desconfianza bailando el último vals. Soy mis barreras, quién decide qué vivir y quién debe vivir en mí. Soy mi propio destino y aunque no me guste reconocerlo, a veces, solo a veces, me abandono a la suerte por eso de que dejarse llevar suena demasiado bien.
No creas que tengo todo controlado aunque me gustaría. Yo misma soy descontrol puro. Soy la que se mueve por impulsos dejándose llevar por la vida en cada segundo. Una vida. No tengo pensado contar los minutos disponibles que me quedan para conseguir todo lo que me propongo porque sería estresante y sobre todo una pérdida de tiempo. Porque todo lo que tenemos es tiempo. Tiempo para gastar como nosotros queramos. Utilizando nuestra libertad para comernos el mundo o para mirar como el resto se lo come. Ganas de vivir, de seguir evolucionando. De respirar porque quiero no porque lo necesito. Absorbiendo todos los olores que tanto significan para mí, que me hacen tener la capacidad de poder vivir en los recuerdos si es que algún día decido que necesito un respiro mientras sigo corriendo. No pienses que no voy a  dejar de correr por no pararme a disfrutar de cada mínimo detalle porque te recuerdo que mi fuerza sale de ahí.
Puede parecer que soy una optimista sin remedio. Regaladora de sonrisas y palabras gratuitas. Y de momento creo que eso no se aleja mucho de la realidad. Puedes ver tu camino negro e incluso estar a gusto en él. No lo niego yo también he estado en esta situación. No intentar arriesgarte, acomodándote a la seguridad. Pero recuerda que los minutos se van descontando y que la vida no es para posicionarte en el medio sino para probar los diferentes caminos, innovando, imaginando e intentando cambiar. No hablo de utopías. No te propongo que cambies el mundo sino que te reinventes y por favor, que tu camino no sea un proceso en el que la creatividad, imaginación y las ganas de soñar con las que naces se vayan desgastando hasta quedarte incluso sin saber qué son esas palabras.

Sabes cómo me gustaría definirme como esas  pequeñas notas improvisadas y soñadoras  que impregnan tu piel hasta convertirse en parte de ti, de las que no te puedas separar nunca más. Teniendo en ti ese efecto placentero que te haga sonreír, gritar, soñar, correr, amar, crear, pensar, reflexionar, bailar… Que te hagan VIVIR.

No sé como lo hago, pero siempre acabo mezclando la «brevedad» de mis sueños  con la inmortalidad de las palabras, porque sí he conseguido que llamémoslo «algo» te recorra por dentro es que sí, que mis palabras tienen poder.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Sin rumbo fijo

Song for a friend
Climb up, over the top
survey the state of the soul
you've got to find out for yourself
whether or not you're truly trying
Why not? Give it a shot
shake it, take control
in inevitably wind up finding for yourself
all the strengths you have inside still rising

Climb up, over the top
survey the state of the soul
you've got to find out for yourself
whether or not you're truly trying

domingo, 3 de julio de 2011

I´m where I want to be

¿Y qué es ser feliz?  Parece una pregunta sencilla. Cuando te lo preguntan la respuesta suele ser rápida. Sí o no. Pero al de unos pocos minutos, empiezas a reflexionar y comienzas a pensar, ¿qué es ser verdaderamente feliz?
(…)
  • -          Sí, sí hablando de eso. El otro día yendo para casa me encontré con un chico que me dijo haber si me podía hacer unas preguntas. Y claro, a ver, si yo estuviera en su situación me gustaría que me hicieran caso y le dije que sí.Total, que la primera pregunta fue: ¿crees que eres feliz? La pregunta me pilló desprevenida pensé que era una encuesta de tu ayuntamiento o algo así xD. Me fije en la hoja donde apuntaba los resultados y era un evangelista. Y bueno el resto  de preguntas estaban relacionadas con que si creía que Dios tenía un papel importante en la felicidad, etc. Yo le expliqué que respetaba sus creencias pero que yo no creía en Dios. A mí me gustan las cosas claras y en eso veo que hay muchas cosas oscuras. Demasiadas mentiras.

  • -          Depende cómo lo mires. Mi abuelo por ejemplo era un ferviente religioso. No se perdía una misa, tenía millones de estampitas y se arrodillaba y le rezaba todos los días. Él veía una ayuda por decirlo de algún modo en la religión. Era como un colchón que le quitaba el miedo y que le hacía ver que después de la muerte había algo más, le quitaba esa ansiedad e incertidumbre. Puede que el por eso fuera más feliz peor creo que nosotros vivimos más. Vivimos con más pasión.
  • -          Sí, es como si estuviéramos más vivos. Por lo menos, desde nuestro punto de vista. Si utilizas la religión por ti mismo, para tu uso me parece bien. Pero yo tengo unas opiniones no quiero que nadie me intente cambiar mi forma de vida.
  • -          Una cosa y qué respondiste a la pregunta.
  • -          ¿A cuál? ¿A la de si era feliz.   Dije que sí. Que si soy feliz.
  • -          ¿De verdad eres feliz?

En ese momento pasaron mil cosas por mi cabeza que me decían que no era feliz. Sé que en parte evito decirlas en voz alta, arrinconarlas en una esquinita de mi mente para evitar admitirlas. Pero, ¿el resto? En realidad quería mucho más, muchísimo más.
  • -          Sí…creo. Bueno no estoy deprimida, ni triste ¿Eso no significa que soy feliz, ¿no?
  • -          No, no tiene por qué.
  • -          Y tú, ¿tú eres feliz?
  • -          No, no lo soy.
  • -          ¿No eres feliz?
  • -          Déjame explicarte. Depende como entiendas el término felicidad. Yo soy de esas personas que necesita una cosa para ser lo que yo entiendo feliz por completo. Si claro que estoy contento por la vida que tengo, mi trabajo, los amigos pero falta algo y sé que esos momentos que me faltan no los puedo hacer durar durante años.
  • -          ¿De qué momentos me estás hablando?
  • -          ¿Sabes cuándo estás con alguien y no necesitas a nadie más, que estás en una burbuja donde la presión aumenta y el calor en la atmosfera es insoportable pero a la vez tan adictivo? Estás  con esa persona y no necesitas nada más. Y estás con ella y nadie más. Solo ella. Para lo bueno y para lo malo. Esos momentos no los cambio por nada. Conseguir eso, llegar a vivir eso es lo mejor que me ha pasado. La adrenalina, los movimientos del corazón, la sensación dentro del estómago.
  • -          Wuau… Me gusta como piensas. Soy ese tipo de personas. Pero hay otras que simplemente son felices sin querer conseguir tanto. Sin tener esa ambición que tenemos nosotros.
  • -          Sí. Están a gusto con lo que tienen. Tienen cuatro cosas y cuándo algo puede entrar en su mundo y tienen la mínima posibilidad de perder el control lo rechazan.
  • -          Eso es miedo, miedo a lo desconocido. Al cambio que puede haber en sus vidas.
  • -          Pensando que perder ese equilibrio que creen que tienen es lo peor que les puede pasar en la vida. Inseguridad.
  • -          Pero volvemos a lo de antes de la religión. Nosotros vivimos más. Vivimos, sentimos. Me ha encantado esta frase y algún día me la tatuaré. Quería haberlo hecho en esta brazo peor quedaba mal.
  • -          ¿Cuál es?
  • -          Estoy dónde quiero estar. Algún día encontraré una definición mejor pero en esencia es eso.
  •      Me gusta la idea. Bien, ¿sabes? Yo tampoco soy feliz entonces.

martes, 28 de junio de 2011

Y la lluvia golpeando el cristal...



       Yo huía antes de que llegaras a puerto, tú súbita aparición sólo hizo que diera vueltas en círculo, y acabara incluso más cansada que al principio. Yo huía cuando tú me empezabas a tocar con tus palabras. Huía del tiempo y todo cuanto pudieran darme. Y creo que algunas veces ansié una completa desaparición de los adornos que suelen dejar en medio los que hablan de amor. Esos con los que siempre te cruzas, te tropiezas una y otra vez y te preguntas quién cojones los puso ahí. Están esparcidos a doquier por el camino, como si ése en sí ya fuera fácil. Antes de que aparecieras sólo me hizo falta firmar una lista de abandono, de la creencia en un ser superior, del adiós constante, de una supuesta resurrección, del creer en la palabra humana, sólo me hizo falta grabar en la lista el garabato oficial de mi firma. Quise escabullirme del camino eligiendo su fin. Pero entonces llegaste, y la idea de irse se fue. Y recordé una a una las veces que había creído estar en la misma situación, en otras estaciones, y el vuelco al corazón recobró sentido. Tus pasos confunden latidos, es sólo un aviso para otra ocasión. Pero antes de que te pierdas por completo, te advierto que corremos todos los riesgos, incluso el de volvernos locos del todo. 

jueves, 27 de enero de 2011

Correr


Corre deprisa porque cree que la vida le pilla y no está preparado, porque cree que ya no le quedan suspiros. Corre sin parar, porque parar significaría morir. Corre sin tiempo, porque ya perdió demasiado esperando, sentado a que algo pasara. Corre sin miedo porque lo peor que le podría pasar es que perdiera el rumbo, y corre para que esto no ocurra en su tiempo. Corre a la velocidad máxima permitida, sintiendo los baches directamente en el pecho. Corre sintiendo el viento en la cara, sin detenerse a ver el paisaje, aunque estudiándolo en su paso. Corre sabiendo que ya no volverá a pisar este asfalto, esperando quizá una carretera en obras que le permita descansar. Corre sin saber cuánto hay de estrada. Corre sin tiempo a lamentarse por las piedras que ha ido pisando. Corre porque queda poco, porque siempre queda poco y aún hay toda la vida.
Sé que en demasiadas ocasiones quiero volar cuando por defecto me tocaría andar. Pero  no soy como los demás. Las ganas de vivir y de conseguir todo lo que me propongo son todo.

Tokio blues

"-¿Crees que no te quisieron demasiado?

-Yo diría que entre un "no lo suficiente" y un "nada de nada". Siempre estuve hambrienta. Aunque sólo hubiera sido una vez, hubiera querido recibir amor a raudales. Hasta hartarme. Hasta poder decir: "Ya basta, estoy llena. No puedo más". Me hubiera conformado con una vez. Así que pensé lo siguiente: "Conoceré a alguien que me quiera con toda su alma los trescientos sesenta y cinco días del año". Estaba en quinto o sexto de primaria cuando lo decidí."


miércoles, 26 de enero de 2011

Just that

    No debería hablar tanto de mí, ni contar ese tipo de cosas que cuento entrelíneas. La suerte o la desgracia que tengo es que apenas las entendéis de la manera que lo explico y os apropiáis de mis letras, hacéis que cuente otra historia, la vuestra. No debería explicar mi inmensa debilidad a la hora de hablar de mí. Soy algo así como una balanza que nunca se equilibra, de esas con dos extremos, cada uno de ellos dicta mis días. Dicta cómo me expresaré la próxima vez que abra la boca. Supongo que hablar de mí así es dar munición a los enemigos. Pero nunca se tiene suficiente. Soy un lío. Soy algo así como lo que yo nunca recomendaría. Pero ya está, este año no voy a decir más, es suficiente, es demasiado. Ya no quiero ir en contra del tiempo. Que sean bienvenidas esos dieciocho otoños, que sea ahora cuando sepa disfrutar de mi vida.


Y, lo vuelvo a decir, si crecer significa aprender a despedirse...,a mí, aún me queda una vida.

Escuchar.

 (…) Nada de eso. Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era escuchar. Eso no es nada especial, dirá, quizás, algún lector; cualquiera sabe escuchar.Pues eso es un error. Muy pocas personas saben escuchar de verdad. Y la manera en la que sabía escuchar Momo era única. 
Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le ocurrían, de repente, ideas muy inteligentes. No porque dijera o preguntara algo que llevara a los demás a pensar esas ideas, no; simplemente estaba allí y escuchaba con toda su atención y toda simpatía. Mientras tanto miraba al otro con sus grandes ojos negros y el otro en cuestión notaba de inmediato cómo se le ocurrían pensamientos que nunca hubiera creído que estaban en él.
Sabía escuchar de tal manera que la gente perpleja e indecisa sabía muy bien, de repente, qué era lo que quería. O los tímidos se sentían de súbito muy libres y valerosos. O los desgraciados y agobiados se volvían confiados y alegres. Y si alguien creía que su vida estaba totalmente perdida y que era insignificante y que él mismo no era más que uno entre millones, y que no importaba nada y que se podía sustituir con la misma facilidad que una maceta rota, iba y le contaba todo eso a la pequeña Momo, y le resultaba claro, de modo misterioso mientras hablaba, que tal como era sólo había uno entre todos los hombres y que, por eso, era importante a su manera, para el mundo. ¡Así sabía escuchar Momo!
Y así sabes escuchar tú. Y no culpo que de vez en cuando parezca un torbellino de ideas, mal ordenadas y sin saber en realidad lo que quiero decir, ni si quiera lo que pienso. Pero tú sin saber cómo, ordenas mi cabeza, me das la serenidad que buscaba, la tranquilidad, la paciencia, la estabilidad para pensar, hablar y decirte todo lo que pienso aunque sea algo realmente estúpido como que no ser mirar hacia delante sin que estés tú.

Gracias por estar en mi vida durante estos dieciocho intensos años.

martes, 25 de enero de 2011

El tiempo

Con tan sólo doce años me regalaron un libro que a penas pudo comprender en su totalidad. Ahora puedo comprender lo que intentaron explicarme con cada capítulo:
Existe una cosa muy misteriosa, pero muy cotidiana. Todo el mundo participa en ella, todo el mundo la conoce, pero muy pocos se paran a pensar en ella. Casi todos se limitan a tomarla como viene, sin hacer preguntas. Esa cosa es el tiempo.
Desde que tengo uso de razón o por lo menos desde que tengo recuerdo de ello he odiado perder el tiempo. Me frustra, me da rabia, me hace sentir aún más pequeña. Pero hace poco me dado cuenta de que yo, en muchísimas ocasiones,demasiadas diría alguien, he echo perder el tiempo a las personas que quiero. Aquellas que desearía que disfrutaran y exprimieran cada segundo. Porque sí, he pecado en innumerables ocasiones de querer correr más rápido que el tiempo, de querer ver lo que un anciano aún no ha tenido tiempo de ver.
 Sí, la verdad, es que he querido ser en mis sueños más profundos como una mariposa de Vietnam. Veinticuatro horas, un día, para vivir. No es que quiera un único día para tener todo. No quiero un día, quiero toda una vida, una larga vida. Pero, lo siento, en ciertos momentos, mis deseos de ser una preciosa mariposa de Vietnam aparecen en mi cabeza y me da por volar.